9.05.2010

Un Consuelo Forzado. [Capítulo 4]

ATENCIÓN: éste es un Fanfic Yaoi de Saint Seiya que he creado porque tenía muchísimas ganas de retomar mi escritura en forma de mini-historias. Cualquier parecido con la realidad es mera coincidencia. Le doy gracias a la buena música que me inspiró aún más para darle vida a esto.

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AUTOR: Carol Padalecki.
ANIME: Saint Seiya.
PAREJA: Saga & Kanon.
TRAMA: Saga está demasiado dolido por un engaño de su pareja; Kanon estará allí para "consolarlo" y para hacerle entrar en razón. [Es un Mundo donde no hay peleas como en el original SS.]

En fin, disfruten. Se aceptan críticas constructivas.
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Probablemente tanto yo como cualquiera hubiera estado lo bastante seguro de lo que iba a suceder después. Quien no estaba consciente de aquello era simplemente un imbécil lo bastante despistado como para caerse en con la cáscara de alguna fruta.

…Tragué saliva, quería reclamarle y quitármelo de encima. Mi voz no salía y yo estaba sumamente sorprendido; y, acorralado allí ¿qué podría hacer? No rendirme era mi única opción así que forcejeé de nuevo pero no logré nada; él me golpeó en la cara y de nuevo me dolió bastante. Tenía muchísima razón cuando decía que era el único que podía vencerme.

-Ya. Tranquilo. Si no quieres que te someta, entonces sólo coopera. –me ordenó. Fue soltándome las muñecas lentamente pero no por completo; se sentó en mis piernas impidiéndome huir si así lo quería-. Si me dejas hacértelo, te aseguro que lo disfrutarás.

Yo no asentí ni aprobé esa decisión pero él pareció entender una afirmación con base a mi silencio. Se inclinó hacia mí y lamió toda la sangre que provenía de mi labio y que se había regado por mi mentón. Cuando sentí su lengua sobre la piel de la base del cuello me estremecí un poco y empecé a sospechar que él no estaba bromeando aunque mi mente quisiera escuchar que todo aquello era una broma, un simple juego. De nuevo estaba equivocado.

La sangre había sido mero pretexto para besarme y lamerme el cuello. Su piel estaba caliente y la mía aún seguía fría por el hecho de haberme mojado por completo.

-Sólo recuerda que nunca me dijiste que no lo hiciera. –Agregó en un susurro contra mi oído izquierdo para después besarme el lóbulo de la oreja; tuve que morderme la lengua para no omitir ningún sonido-. Aunque… no te la pasarás mal, hermano.

Me besaba el cuerpo con verdadera pasión. Parecía querer más y más y yo simplemente volteaba el rostro para que no me robara otro beso, no le iba a permitir apoderarse de mi boca porque sabía que si lo dejaba hacerlo ya no iba a verlo de la misma manera.

Los besos para mí eran significativos, de más intimidad. Y…me daba cierto miedo que él se atreviera a apoderarse de ellos como si fuera un deporte practicable. Ojalá nadie estuviera viéndonos en ese momento, no podría soportar la vergüenza.

-Te desvestiré, tu ropa mojada me estorba. –entonces el miedo se acrecentó. El miedo, la vergüenza, el dolor… era un tormento de emociones indescriptibles.

Hizo lo que se propuso: me soltó completo de las muñecas y comenzó a desabotonar la camisa negra que llevaba puesta; el brillo que había visto antes sobre sus esmeraldas regresó. Cerré los ojos con fuerza porque de pronto y sin avisarme, mordió uno de mis pezones haciendo que se pusiera duro y sensible al tacto.

-Mírate… eres todo un caso, Saga. –Agregó con cinismo. Seguro le divertía lo que estaba haciéndome, y puedo jurar que él se relamía los dientes y labios como un cazador hace al ver a su presa demasiado cerca-. Tengo que prepararte… -me retiró toda la ropa y noté su desesperación al hacerlo.

Por un momento pude sentir como si un vaso de vidrio se hubiese roto. Imaginé que una gota de petróleo había caído en muchísimos litros de agua potable. Hubo un hueco en mi estómago, en mi corazón… y mi cuerpo ya no me obedecía. Ya no sabía que pensar. Estaba demasiado confundido: primero el engaño de aquella mujer que no supo aprovechar mi corazón, aquella a la que le di mi todo… y luego el hombre que se hacía llamar mi hermano estaba haciendo de las suyas conmigo.

¿Cómo iba a poder detener todo eso? En verdad, en ese momento, yo deseé morir con todas mis fuerzas. Le rogué a Dios que tuviera un poco de piedad por mi alma, que me matara al instante. Ya quería dejar de sufrir y de sentir. ¿Por qué todo tenía que ser así? ¿Por qué no pude darme cuenta antes? ¿Por qué ella había hecho eso? ¿Yo tenía la culpa de todo eso? ¿Por qué el mundo no podía simplemente ser bueno? ¿Por qué tenía que existir lo malo?

Oh, pero esas preguntas eran de un corazón dolido y confundido. Sólo eso. Mi mente ya no parecía estar presente, me había dejado, me había abandonado. Y la cordura y la razón ya no eran parte de mí… Entonces pensé en seguirle el juego. ¿Qué más daba? Ya no tenía nada ni nadie por quién luchar, por quien triunfar. Irme a hundir yo mismo ya no parecía tan malo. Fueron 10 segundos en que pensé todo eso. Y esa conclusión no era una excusa barata ni un pretexto pero sí era una salida fácil. Lo haría. Le mostraría ese otro Saga, el que antes había vivido en mí. ¿Sometemerme? ¡Bah! Que lo intentase. Entonces veríamos quién sometía a quién.

-No. Yo te lo haré a ti. –le dije con la voz ronca, abrió los ojos como platos porque nunca esperó escuchar eso-. Dijiste que me harías sentir bien, entonces te pondrás debajo de mí. Sólo de esa forma cooperaré. –Yo ya no era yo mismo y quizá a él le dio miedo esa vista mía.

-C-claro. –tartamudeó. Se empezó a quitar la ropa y tuve que ayudarle porque estaba temblando; a pesar de que su cuerpo se encontraba caliente estaba titiritando y me sorprendió verle tan débil de un segundo a otro.

No me burlé al verlo tan vulnerable como un papel. Me dieron ganas de cobrarme venganza por haberme hecho tanto daño pero… en realidad eso no me servía de nada. Sólo quería olvidar y morir. Y eso haría, aunque fuera sólo por un instante. Pero seguía extrañándome un poco su actitud. ¿Por qué cambiaba constantemente de humor?

-¿No te vas a echar para atrás o sí? Tú tuviste la idea. –pregunté y él se erguió. Apoyé mis manos por detrás de mi espalda para estar a su altura. Solté un suspiro y comencé a sentir el fuego fluir, aquel fuego proveniente de la furia y la rabia. –Contéstame, Kanon.

-¿…Por qué de pronto lo… aceptaste? ¿…Por qué ahora… quieres hacerlo? –volteó a verme y no sé si fue tristeza o inseguridad, pero él ya no era el cazador sino la víctima de la historia

-¿Y por qué no? Si dices que eres lo suficientemente bueno ¿por qué no? –arqueé una ceja y me eché el cabello hacia atrás-. ¿Te da miedo? ¿No eras tú el cínico, burlesco y poderoso Kanon? Así te denominabas. No me digas que ahora eres un impostor y marica. Eres un mentiroso, sí, pero ¿un impostor? No lo creo.

-No… no es eso. Saga, tengo algo que decirte. –retomó un leve porcentaje de su fuerza. Quizá su orgullo no le permitió estar de esa forma-. Necesito decirlo antes de que yo también resulte lasti…-no lo dejé terminar. Su discurso ahora me parecía absurdo. Le tapé la boca con una mano y lo empujé hacia atrás. Ahora se encontraba debajo de mí y quién sabe, tal vez después de todo, yo también era un maldito bastardo.

CONTINUARÁ...

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