Un Consuelo Forzado. [Capítulo 3]

ATENCIÓN: éste es un Fanfic Yaoi de Saint Seiya que he creado porque tenía muchísimas ganas de retomar mi escritura en forma de mini-historias. Cualquier parecido con la realidad es mera coincidencia. Le doy gracias a la buena música que me inspiró aún más para darle vida a esto.

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AUTOR: Carol Padalecki.

ANIME: Saint Seiya.

PAREJA: Saga & Kanon.

TRAMA: Saga está demasiado dolido por un engaño de su pareja; Kanon estará allí para "consolarlo" y para hacerle entrar en razón. [Es un Mundo donde no hay peleas como en el original SS.]

En fin, disfruten. Se aceptan críticas constructivas.

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Si alguna vez se han sentido entre la espada y la pared, como se dice, entonces me comprenden a la perfección. Ése loco estaba pensando “hacer” algo fuera de lugar. Y… me llevaría a dónde fuera aunque yo no quisiera con tal de lograrlo, él era así. Quería dominarme a todo momento, quería vencerme como si esa fuera la vocación por la que estudió en la Universidad.

-¿Saga…? ¿Ya estás dormido? –preguntó bastante inseguro de sí mismo-. No duermas, estás mojado, tienes que cambiarte o darte una ducha. –insistió en un susurro contra mi oído.

-…Ya déjame solo. –dije con la voz apagada por estar contra la almohada. Si lo dejaba seguir por supuesto que él se aprovecharía, y seguro ya su mente pervertida estaba planeando algo para “ayudarme” a bañar o a cambiar-. Me molesta tu existencia. –me sinceré y cerré bastante fuerte los puños por debajo de la almohada para darme tiempo de recurrir a mi paciencia y no golpearlo por hablador.

-Pensé que querías que un demonio te ayudara a morir. Yo soy ese demonio, hermano. –Rodeó mis hombros con su brazo izquierdo y aplicó fuerza para tratar de levantarme; falló en ese estúpido intento y entonces lo oí gruñir. –Esto es el infierno. Yo soy aquel demonio que es como tu sombra; soy aquel a quién más odias, lo sé, pero… por una vez en tu vida, déjame demostrarte lo bueno que puedo llegar a ser.

Había desesperación en su voz y en sus actos. Por un momento llegué a la conclusión de que Kanon estaba a punto de estallar del coraje causado por mi indiferencia. “¿La razón o el corazón?” Si hubiera tenido un poco más de tiempo hubiera reflexionado sobre aquella pequeña oración que se repetía incontables veces dentro de mi mente. Prácticamente, él quería “experimentar” algo nuevo, algo prohibido. Quería probarme y no era ni el mejor momento ni el mejor lugar para hacerlo. Ese maldito además de ser un traidor era un completo pervertido, y estoy seguro de que tenía el cinismo de decir que estaba en lo cierto al pensarlo.

Carraspeé mi garganta y dejé de presionar mi rostro contra la almohada para verlo a los ojos. Lo encararía, le diría lo que fuera para que por fin pudiera retirarse. ¡Quería morir solo! ¿Acaso era tan difícil de entender eso?

-¿Por qué quieres hacer tal cosa? ¿Es que acaso no tienes suficiente con las personas que te has jodido? Tú lo dijiste hace tiempo. A ninguna has amado. –le reclamé y a la vez le recordé cuánto me había decepcionado porque pensé erróneamente que algún día cambiaría.

-Dime, ¿acaso hay explicación para los buenos o malos actos? No estás en un buen lugar para juzgarme, Saga. –se inclinó un poco y me sonrió de lado, de pronto y sin darme tiempo, se posó sobre mí-. Si ella te engañó ¿porqué no le devuelves el favor? ¿Qué mejor persona que yo? –su burla y cinismo se apoderaron de él, como siempre.

La sirena de una ambulancia sonó bastante cerca y eso lo distrajo un poco entonces yo aproveché para quitármelo de encima y cambiar los papeles. Ahora él estaba debajo de mí y yo me encontraba lo suficientemente furioso como para cortarle la cabeza y echarlo al fuego como hacían con las brujas en la antigüedad. Él no pensó en defenderse aún cuando lo tomé de las muñecas y le propiné un buen golpe directo al rostro. Una sonrisa de medio lado se dibujó en sus labios y eso sólo me incitó a golpearlo repetidas veces… entonces comencé a cansarme de ver salir la sangre de su labio inferior. Ese hombre era de hierro y no tenía corazón; yo era una bomba detonada.

-¡¿De qué carajo te estás riendo?! ¡¿Disfrutas mi odio y mi rabia?! ¡Dijiste que me darías muerte pero ni siquiera puedes defenderte a ti mismo! –le grité. Seguí golpeándolo para que me diera una respuesta pero entonces una carcajada fue lo único que obtuve por su parte.

Lo solté, no tenía caso seguir con eso pero entonces dijo algo que me inquietó lo bastante como para nublar todos mis sentidos: -¡Me rio de ti y de mí! Y sí, lo disfruto bastante pero ¿sabes por qué? …porque es lo único que siempre obtengo de ti. Ódiame o ámame, igual sigues sintiéndome. -Al instante me golpeó en el estómago para apartarme lejos, fue algo que en verdad me dolió pero no dejé que lo notara-. Sigues sin darte cuenta ¿no? –se volvió a posar sobre de mí y me tomó el rostro con la diestra y con la zurda se limpió la sangre que manaba de él. –Ya ríndete, hermanito, porque soy el único que puede vencerte.

Kanon besó mis labios después de relamerse los propios. Un fuerte “bum-bam” empezó a sonar en mis oídos. Pensé que me iba a quedar completamente sordo. Deduje que ese sonido era proveniente de mis latidos. El sabor metálico de su sangre casi me hizo vomitar. Mordió mi labio inferior con fuerza haciendo que yo también sangrara y casi me ahogara por la cantidad proveniente de mi boca. Me sujetó las muñecas con una fuerza inigualable, y sólo requirió de una mano para lograr someterme de ese modo. Se separó de mis labios y me miró de frente. Había cierto brillo en sus ojos esmeraldas… su respiración era agitada y su piel estaba ruborizada por tal esfuerzo.

-Oh, Saga, qué lindo te ves. –Dijo como si un asesino se apoderara de su cuerpo, como si en verdad algún demonio estuviera haciendo de la suyas en la Tierra-. ¿Aún no entiendes? Si no te das cuenta pronto tendré que obligarte y eso no me va a gustar del todo… al final del día sigues siendo mi hermano mayor.

CONTINUARÁ...