Un Consuelo Forzado. [Capítulo 1]

ATENCIÓN: éste es un Fanfic Yaoi de Saint Seiya que he creado porque tenía muchísimas ganas de retomar mi escritura en forma de mini-historias. Cualquier parecido con la realidad es mera coincidencia. Le doy gracias a la buena música que me inspiró aún más para darle vida a esto.

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AUTOR: Carol Padalecki.

ANIME: Saint Seiya.

PAREJA: Saga & Kanon.

TRAMA: Saga está demasiado dolido por un engaño de su pareja; Kanon estará allí para "consolarlo" y para hacerle entrar en razón. [Es un Mundo donde no hay peleas como en el original SS.]

En fin, disfruten. Se aceptan críticas constructivas.

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…Incesable. La lluvia estaba incesable. Era apenas julio, y ya empezaban aquellas tormentas que dejan a uno empapado hasta los interiores si no se lleva sombrilla o si no se está manejando el auto para ir hasta la esquina.

Nunca pensé que fuera un estupendo clima debido a las circunstancias en que yo me encontraba. Ciertamente, me gustaba la lluvia, pero en esos momentos no hacía más que odiarla después de cada gota caída sobre mí cabello. Cayendo, como si fuera la dueña de nuestra Tierra desde hacía mucho tiempo. Concuerdo en la idea de que la lluvia limpia calles, autos, edificios, y así mismo, alimenta con su pureza a las semillas que se encuentran en las cosechas de los campesinos; con sus pequeñas moléculas se abastecen a miles de personas sedientas en las peores zonas de nuestro país. Pero, ¿cuándo te han roto el corazón puedes siquiera atreverte a pensar en todo esto? La respuesta: No.

Mi cabeza gacha impedía que las gotas se colaran a mis ojos y me hirieran aún más de lo que ya me encontraba. Quizá la lluvia no era mi peor enemiga después de todo pues caía de forma inclinada y sólo mojaba parte de mi espalda dándome un ridículo espectáculo mental. Probablemente uno se daría cuenta, al instante, de que el mundo está en contra de nuestras acciones, que somos unos pecadores y que jamás podremos obtener lo que queremos… ¿Será que soy un pesimista o… alguien realista? No estoy muy seguro de saber la verdadera respuesta pero sea cual sea, no importa.

Las imágenes venían como un tormento a mi cabeza, me invadían por completo y por su culpa casi me arrollan de camino a mi departamento, a mi “hogar”. La vista se me nubló al igual que el cielo que se encontraba todo tapizado de nubes llenas de agua.

Puedo jurar que escuché varios truenos hacerse presentes a pesar de que aquellos sonidos del recuerdo seguían dominándome: ella gimiendo junto a mi cuerpo; sus inacabables “Te Amo” y “estaremos juntos por siempre”; aquellas risas que me dedicaba cuando yo le hacía cosquillas o incluso sus gruñidos fingidos cuando yo mencionaba algo que no le gustaba del todo. Todo lo que veía me recordaba a ella. Tales sentimientos y pensamientos no hacían más que golpearme fuertemente y dejarme indefenso, como si ya no tuviera más sentido el seguir erguido, como si ni siquiera lo que la gente pensara importara… aunque tal vez debí de haberme dado cuenta antes, ¿no?

“La traición se paga con traición”.

Al menos eso me habían enseñado mis padres desde pequeño, y creo que siempre estaré de acuerdo con eso aún si el lastimado soy yo.

Corrí. A pesar de que mi cuerpo no quería responderme adecuadamente lo hice. Cerré los ojos esperando a que algún conductor fuera lo bastante criminal para matarme de un golpe con su auto; ansiaba con todo mi corazón que alguien me detuviera y, al mismo tiempo, que me dejara escapar de aquel tormento. Pero nadie volteó siquiera a mirarme de desprovisto, la lluvia sólo me daba compañeros de carreras que se protegían de la incesable agua proveniente de las magníficas y oscuras nubes.

Mi corazón latió a mil por hora seguramente. Casi daba zancadas para llegar a mi destino… Rápidamente me adentré al edificio donde estaba localizado mi departamento, aquel lugar vacío a excepción de los muebles que ni siquiera ocupaba pues nunca estaba en ese lugar más que para dormir mis debidas y bien merecidas 8 horas. Ese lugar era simplemente algo vacío y sin vida. Y yo lo sabía. Por tanto sería el palacio para este rey con el corazón y mente rendidos.

Me dirigí al elevador pero estaba ocupado y yo ya no quería perder el tiempo en algo tan trivial… o mejor dicho, no quería que otras personas me vieran en ese estado porque después de todo yo era un hombre orgulloso y con el ego hasta arriba; era un hombre al que todos veían fuerte, viril, poderoso y por sobre todo, que no se dejaba doblegar por ninguna persona, ni siquiera por una pequeña y hermosa mujer. No, mi orgullo no me lo permitía, si iba a desahogarme, si iba a llorar y si iba a patalear de dolor lo haría solo, sin ninguna compañía.

Ya no esperé más. Corrí a las escaleras y subí rápidamente de 3 en 3. Mi buen entrenamiento había dado frutos, yo podía hacer eso y mucho más sin ningún esfuerzo… Y aún mi corazón latía bastante rápido, y aún esos recuerdos me dolían hasta lo más profundo de mi alma. Era como si a cada paso pudiera escucharla decir un “Saga, te amo”. Ya no pude contenerme más, dejé que las lágrimas se hicieran de mí, dejé que salieran libremente; me mordí el labio inferior para no omitir ningún sonido más que el de mi respiración algo entrecortada.

Sin tardar más de un minuto llegué al 5to piso. Mi hogar tenía por número: 508. Palpé los bolsillos de mis jeans y saqué la llave pequeña y plateada que abría la puerta hacia el infierno que quería llegar. Yo era un maldito después de todo, y los malditos van al infierno, no hay otro lugar que sea su hogar ¿no es así?

Una parte de mí se tranquilizó forzosamente porque la cerradura no cedía ante mis manos temblorosas. Entonces me sorprendí cuando me di cuenta de que alguien se me adelantó a hacer ese facilísimo trabajo. Estuve seguro de que un aura negra cubría a la puerta, o tal vez era mi vista nublada… pero, quise echar a correr por el miedo que me enfundaba aquella silueta. Por supuesto sabía de quién se trataba y para mí jodida suerte, no era más que el hombre más burlón y cínico del planeta, aquel que tenía el mismo rostro que yo, aquel con quien peor me llevaba, mi hermano menor: Kanon.

CONTINUARÁ....